Entrenamiento de las habilidades sociales tras el daño cerebral adquirido

La afectación de las habilidades sociales constituye una de las consecuencias más comunes e incapacitantes después del daño cerebral. Diferentes estudios apuntan a que estas alteraciones varían entre el 40% y el 80% de los casos, dependiendo del tipo de lesión y su gravedad.

Las habilidades sociales (HHSS) son aquellas conductas que nos permiten desarrollarnos en un contexto social. Nos permiten expresar sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de modo adecuado a la situación, mientras respetamos las conductas de los demás. Para ello, nuestro cerebro activa diferentes procesos mentales. Éstos tienen como objetivo percibir, reconocer y evaluar los eventos sociales. Posteriormente, nos ayudan a guiar nuestra conducta hacia la respuesta más adecuada según la situación. A estos procesos cerebrales también les llamamos Cognición Social.

Las habilidades sociales también podrán verse condicionadas por la afectación de otras funciones cognitivas relacionadas (atención, memoria, razonamiento o toma de decisiones, entre otras). Es por ello, que resultará imprescindible realizar una evaluación neuropsicológica completa del daño cerebral, para orientar el caso hacia el programa de entrenamiento más adecuado.

En la Clínica de Neurorehabilitación realizamos programas específicos para el entrenamiento de las habilidades sociales tras el daño cerebral. Estos programas se verán acompañados también de ejercicios cognitivos para reforzar otras áreas que ayuden a mejorar la competencia social.

El programa de entrenamiento en habilidades sociales, puede realizarse a nivel individual o grupal, según las características de cada caso, siendo preferible la terapia grupal. Además, para ello será imprescindible la implicación y participación activa de la familia y el seguimiento de las tareas para casa.

Algunas de las habilidades que se trabajan en este programa son las habilidades sociales básicas, como por ejemplo:

● El lenguaje no verbal (mirada, expresión facial, postura, distancia interpersonal, apariencia física,…).
● El lenguaje paraverbal (volumen, tono, velocidad, claridad, duración y latencia del habla,…).
● El lenguaje verbal (capacidad de escucha, retroalimentación, tipo de preguntas, expresiones y contenido del habla,…).

En un segundo bloque, también entrenamos las diferentes habilidades sociales específicas y adaptadas a cada caso, como por ejemplo: la autoconciencia, la autorregulación, el reconocimiento emocional, la asertividad, o la empatía, entre otras.

El entrenamiento se aplica a los diferentes contextos sociales más habituales de los participantes, y trata de que resulte lo más vivencial posible para la persona. La finalidad de esta metodología es modular al máximo la conducta y generalizarla a su vida diaria. Con ello, se busca que comporte un aumento sustancial de la calidad de vida del personal y su familia.